miércoles, 17 de marzo de 2010

Emigrantes

Hasta ahora al escuchar esta palabra, uno que ya tiene una edad, recordaba las batallitas de algunos conocidos de tal o cual pariente que se fue a trabajar a Suiza, Alemania o cualquier otro país de la Europa "moderna" cuando aquí llevábamos (y a veces aún llevamos) un retraso de 20 años respecto a los países de nuestro entorno. Más tarde emigrante pasó a ser el negro que te ofrece películas en la cafetería o la chica sudamericana que cuida a mi abuela en la residencia.

Esto era hasta ahora, hasta esta famosa crisis. El panorama laboral no pinta muy bien en este país, y aunque yo aún conservo el mio, mi media naranja, persona capaz y preparada como pocas he conocido, lleva ya unos meses formando parte de las estériles estadísticas de parados de este país. Y las perspectivas no son buenas. No pasa más de una semana en la que oyes a tal o cual experto que nos vaticina un futuro muy negro, donde la luz no comenzará a verse hasta el 2014. Ante este panorama ya hemos hablado seriamente de marcharnos. De intentar buscar un futuro, no mejor, al menos un futuro, fuera de nuestras fronteras, no sería inmediato, pero es una de las opciones que barajamos. Quizá sea el momento de convertirnos en uno de esos emigrantes.

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